jueves, 30 de julio de 2009

Carta al General en Jefe Baduel

Señor General Baduel.

Hace dos días miré impávido en internet viendo su desesperada intervención ante los medios de comunicación de Venezuela, donde hasta por su voz se evidenciaba el nerviosismo sufrido por el descomunal acoso del que está siendo objeto su familia y su persona, en contra de su dignidad humana e incluso de su propia vida.
Lo lamento sobre todo por sus niños, sus hijos y su esposa, ellos nada tienen que ver, que Dios les acompañe y bendiga siempre... espero que no les hagan nada, ojalá que no tengan que saborear el exilio como quienes estamos fuera por diversas razones, que en la mayoría somos desplazados.

General, me hago solidario con usted no por ser el General Baduel, y haber recuperado un hilo constitucional que no existía, que ironía: para lo único que servía la constitución nacional era para regresar al Presidente al poder, y no para el resto, incluso cuando el primero en violarla era el mismo presidente, incluso cuando sus órdenes de disparar publicadas en prensa, constituidas como “hecho notorio comunicacional” obligaban al país a cumplir con el deber consagrado en el artículo 350 de la misma constitución, pero sin embargo, usted solo cumplía un artículo de la constitución que salvaguardaba al presidente electo… el resto, daba igual… al menos le agradezco el habernos librado del desastroso y vergonzoso Decreto del Señor Carmona (lo de señor es por la edad... nada más) donde se evidenció la decadencia democrática existente en el país, un país con un presidente no demócrata, pero unos empresarios aún menos demócratas.

Con su discurso ante los medios, recuerdo tantos gritos y llantos de mis hermanos en los Semerucos, esta historia ha sido olvidada, tantos gritos a bordo de los buques tanqueros cuando sus militares entraban golpeando y arrodillando a los Oficiales y Capitanes de Marina mercante (todos civiles por cierto) en las acomodaciones de estas embarcaciones, dice usted señor Baduel que el país es un buque que se hunde, lástima que usted se esté percatando de esto a estas alturas de la singladura, cuando esto ya parece un submarino, para nada es tarde, pero ¿cuántos años llevamos diciendo esto?¿cree que ahora porque lo dice usted es más importante? ¿Qué pasó con los empleados públicos cuando sus militares (GN) les pegaban con las peinetas y les zumbaban lacrimógenas por pedir su sueldo?!!! es que esto no se entiende señor Baduel, en el mundo normal, y no hablo de primeros ni terceros, porque detesto esa escala que obvió la posibilidad incluso de un segundo, pero ahí fuera, en el mundo normal, la gente que trabaja lo hace por dinero, luego viene el amor a la profesión etc. propias de su condición de militar, y de la mía de marino, pero antes que nada trabajamos esperando que a fin de mes nos ingresen en nuestra cuenta bancaria lo que acordamos recibir, no siempre es lo que nos merecemos, pero ese es otro tema, sin embargo, por pedir el sueldo les pegaban, les maltrataban y hasta les disparaban.

Espero se recuerde, que los Semerucos, eran unas residencias en el Estado Falcón donde residía la familia de los trabajadores de la empresa petrolera, quienes una vez unidos a la huelga nacional, fueron destituidos de sus puestos por parte del Gobierno, quedando desempleados, y encima se desalojó a sus familias de sus casa a palo y bombas lacrimógenas incluidos los niños... ¿sería profeta Alí nuestro cantante cuando decía: “que hay Semerucos allá en el pueblo” tantos años atrás?

Recuerdo que cuando salíamos a la calle a pedir "elecciones limpias" solo obteníamos gritos, palos, piedras, tiros de las ordas famosas rojitas, y los señores de verde, a las mujeres las agarraban por el pelo y las echaban contra el suelo, sus generales eructaban y luego se hacían Gobernadores y cosas así... Sabe usted señor Baduel, me hace recordar de aquel verso, que se dice que fue escrito por Friedrich Gustav Emil Martin Niemölle *, cuya frase que le hizo famoso:

"Cuando los nazis vinieron por los comunistas, me quedé callado; yo no era comunista, Cuando encerraron a los socialdemócratas, permanecí en silencio; yo no era socialdemócrata. , Cuando llegaron por los sindicalistas , no dije nada; yo no era sindicalista, Cuando vinieron por los judíos , No pronuncié palabra; yo no era judío , Finalmente Cuando vinieron por mí , no quedaba nadie para decir algo por mi..."

Esto se parece a su destino, espero que aún quede alguien para que diga “algo”.

Cuánto nos recuerda esta situación a los famosos carteles de Stalin!!!, que cuando alguien discrepaba era considerado traidor y su foto desaparecía del escenario político.

Sin embargo, como venezolano, como demócrata, como civil, cuente usted conmigo como muchos millones de venezolanos no tuvimos el honor de contar con usted en momentos donde los perseguidos eran otros.

Pediría a todo mi país que le escuche, pero se los dejo a la conciencia de cada uno, lamento que tenga usted que pasar por esto.



Jesús E. Martínez

* Por cierto, que coincidencias, el señor Niemöller tuvo una personalidad que aún es polémica. Nacido en Lippstadt en 1892, capitán de submarinos en la contienda de 1914-1918 y héroe de esa guerra, el hombre optó por la Teología y se ordenó en 1931. Hasta entonces había sido un resuelto partidario de Hitler y lo siguió siendo unos años más, hasta que el incipiente Tercer Reich trató de uncir las iglesias protestantes a su proyecto político y estableció que los judíos, incluso los conversos, debían ser expulsados de las organizaciones religiosas alemanas. Todavía en 1933, Niemöller describía el nacionalsocialismo como “un movimiento de renovación basado en fundamentos morales cristianos”, y en 1935 sostenía que los judíos seguirían sufriendo en tanto no se convirtieran: el castigo del pueblo de David era la prueba de que Dios es Cristo, el hombre llevado al martirio por los hebreos. Tras su liberación por los aliados, el pastor protestante antes mencionado, horrorizó a sus admiradores cuando declaró, en una conferencia de prensa en Nápoles, que la carta de 1939 era auténtica y que él nunca había estado en desacuerdo con Adolf Hitler en cuestiones políticas, y que sus diferencias con el nazismo eran meramente religiosas.