domingo, 3 de marzo de 2019

Europa

Si, Europa, o "Iropa", como te llamaba aquel viejo amigo, maestro del afecto y de la partida, João, o Juan, como le decíamos; la Vieja Europa, como le llama mi costilla de Adán... al final es un lugar bastante particular: Atractivo pero distante, imperial pero sin brillo, oxidado pero vibrante, altisonante pero sin ruidos, una plaza de contradicciones en sí misma, que se adorna vehementemente con las pocas notas de su vieja gloria ... de sus añejos tiempos... 




Europa... la inconforme pero consciente,  la que diezmó un continente y medio en nombre de una cruz y ahora nos acusa de revisionistas, y nos dice que nuestro apego a la historia, carece de sentido y de razón...-“porque no mataron a tu abuela”-les respondía el viejo Nestor, con su cara arrugada y su semblante impregnado del dolor derramado por sus antepasados, decía el; quien aunque no les conoció, ni mutuamente sabrían quienes son, mantenían en su espalda en enorme peso del dolor del eterno perdedor,  el que nunca  pudo ganar ni ganará batalla alguna...



Si, la Europa blanca ... pintada de marrón, mestiza sin saberlo, morena, negra o rubia pero del este... esa Europa con copete y nariz fina... esa Europa que fue y aún no sabe que no existe..., prepotente y distraída pero que presume de sabia... si... esa Europa...

Esa Europa, que pese a sus defectos, ha conquistado más derechos y libertades que muchas otras tierras... esa Europa que más nos vale cuidar, que dejar caer en esos difusos extremos, todos iguales...

Si, esa Europa de los Derechos Humanos aprendidos y conquistados  a sangre y fuego... logrados en verdirojos campos, a la que sólo le queda el ego... y las historias de un pasado que se niega a retirarse y reparte invitaciones para volver a empezar ... una vez más... siempre ...



Dr. Jesús E. Martínez M.(Ph.D)